Para modelar la excelencia, hemos de empezar con los sistemas de creencias de la excelencia.
Hay siete creencias que capacitan a la gente para usar a fondo sus recursos, hacer más (y más a lo grande) y producir grandes resultados. Han servido para muchos, y pueden servirle a usted también.
Creencia número 1: Todo ocurre por su motivo y razón, y
todo puede servirnos.
Todos los triunfadores tienen una habilidad increíble para, ante cualquier situación, centrarse en lo posible y en los resultados positivos que se podrían extraer de ella. Por mucha retroalimentación negativa (feedback) que reciban del medio ambiente, ellos siempre piensan en posibilidades.
Creen que todo ocurre por alguna razón y que ello les puede servir; piensan que toda adversidad encierra la semilla de un beneficio equivalente o mayor aún.
La gente que obtiene resultados sobresalicntes piensa de esta manera. Imagíneselo en su propia vida.
Las maneras de reaccionar ante cualquier situación son infinitas.
Digamos, por ejemplo, que un proyecto muy importante en su vida fracasa . Algunos quedarían resentidos y frustrados;
unos se irían a casa, a cultivar su melancolía, mientras otros saldrían a emborracharse. Otros aún se pondrían furiosos, y echarían pestes, y buscarían culpables. Otros se culparían a si mismos y sufrirían gran amargura.
Con todo esto, qué duda cabe, nos desahogaríamos un poco, pero no habríamos adelantado gran cosa. Se necesita mucha disciplina para saber rehacer los propios pasos, aprender las lecciones dolorosas, recomponer la guardia y explorar nuevas posibilidades. Pero es la única manera de saldar positivamente lo que parezca un resultado negativo.
Párese a pensar un momento en sus propias creencias. Por regla general, ¿confía en que las cosas le van a salir bien, o teme siempre que salgan mal? ¿Espera que sus mejores esfuerzos tendrán éxito, o anticipa los reveses que va a sufrir?
En una situación dada, ¿ve usted las posibilidades, lo que contiene en potencia, o más bien los obstáculos que impide avanzar? Muchas personas tienden a fijarse más en el lado negativo que en el positivo.
El primer paso para cambiar esa disposición es darse cuenta de ella.
La creencia en los límites produce gentes limitadas. La clave consiste en deshacerse de esas limitaciones y operar desde un conjunto de recursos más elevado.
Hay personas que suelen ver las posibilidades, los que salen a un desierto y ven un jardín. ¿Imposible?
¿Qué ha pasado en Israel? Si usted cree firmemente
en una posibilidad, lo más probable es que llegará a realizarla.
Creencia número 2: Los fracasos son inexistentes. Sólo hay resultados.
Es casi un corolario de la creencia número uno, pero tiene su
importancia propia. La mayoría de las personas, en la cultura occidental, están programadas para temer eso que llaman fracaso.
Sin embargo, cualquiera de nosotros recordará las veces que deseaba una cosa y obtuvo otra.
A todos nos ha ido mal en un examen, todos hemos sufrido por amores que no acabaron bien y todos hemos visto fracasar proyectos de algún tipo. Los triunfadores no ven fracasos; no creen en eso, y para ellos no cuentan.
Toda persona obtiene siempre un resultado de un género u otro. Los grandes triunfadores de nuestra cultura no son infalibles, sino únicamente personas que saben que, si intentan algo y no sale lo que esperaban, al menos han tenido una experiencia de la que aprender. Entonces se ponen a aplicar lo aprendido e intentan otra cosa. Emprenden nuevas acciones y producen tal o cual resultado nuevo.
Piénselo. ¿Qué activo o beneficio posee usted hoy que ayer no tuviese?
La respuesta es, naturalmente: experiencia.
Las personas que temen el fracaso se hacen representaciones internas, por adelantado, de lo que podría fallar.
Eso es lo que les impide iniciar justamente aquellas acciones que podrían garantizarles la consecución de sus METAS.
Bien, pero, ¿le gusta aprender? 'I'oda experiencia humana puede enseñarle algo, y en este sentido usted siempre triunfará en todo cuanto haga.
El escritor Mark Twain dijo una vez:
«No hay cosa más triste que un joven pesimista».
Tenía razón. Quienes creen en el fracaso se garantizan, prácticamente, una pobre existencia a sí mismos. Quienes alcanzan la grandeza no perciben el fracaso, se enfocan en lo posible y positivo.
Hay una anécdota famosa sobre Thomas Edison. Después de haber intentado 9.999 veces perfeccionar la lámpara de incandescencia, sin conseguirlo, alguien le preguntó: «¿Piensa llegar a los diez mil fracasos?».
Él contestó: «Yo no he fracasado, sino que acabo de descubrir una manera más de no inventar la bombilla eléctrica». Es decir, que había descubierto otra serie de acciones que producía un resultado diferente.
Nuestras dudas son traidoras, y por ellas perdemos el bien que con frecuencia pudimos ganar, por miedo a intentarlo.
WILLIAM SHAKESPEARE
Tómese un minuto para reflexionar sobre los que considere los cinco «fracasos» más grandes de su vida.
¿Qué aprendió usted de esas experiencias? Es muy posible que figuren entre las lecciones más valiosas que haya recibido .
La creencia en el fracaso es un modo de «intoxicar» la mente. Cuando almacenamos emociones negativas, ello afecta a nuestra fisiología, a los procesos de nuestro pensamiento y a nuestro estado. El doctor Robert Schuller, para enseñar el concepto de «pensamiento posibilista», propone una pregunta importante:
«¿Qué intentaría usted hacer si estuviera seguro de que no podía fallar?». Piénselo. ¿Qué contestaría usted a eso? Si realmente creyera que no podía fallar, posiblemente iniciaría todo un conjunto de nuevas acciones y produciría resultados nuevos, poderosos y deseables.
Por consiguiente, al emprender el intento, ¿no se hizo lo más adecuado? ¿No es ésa la única manera de progresar? Así que le sugiero que se haga cargo ahora mismo de una cosa: el fracaso es inexistente; sólo existen los resultados. Uno siempre produce un resultado, y si no es el que deseaba, solo tiene que modificar sus acciones y obtendrá otros resultados nuevos.
Limpie la palabra «fracaso», subraye la palabra «desenlace», y comprométase a aprender de todas las experiencias.
Creencia número 3: Asumir la responsabilidad, pase lo que pase.
Éste es otro atributo de los grandes triunfadores: actúan a partir de la creencia de que son capaces de contribuir a mover su mundo.
Tal coincidencia de criterios no es casual. Los triunfadores tienden a creer que, no importa lo que haya ocurrido, bueno o malo, ellos contribuyeron a crearlo. Si no lo hicieron por medio de una acción física, entonces fue tal vez por influencia del nivel y tenor de sus pensamientos.
Nuestros pensamientos crean nuestra realidad, hay estudios científicos que demuestran eso. Es un pensamiento vigorizante.
Si usted no está convencido de ser el creador de su mundo, bien sea a través de sus éxitos o de sus fracasos, entonces se halla a merced de las circunstancias. Es usted la víctima de las cosas que pasan;
Asumir la responsabilidad es, una de las medidas que mejor definen el poder y la madurez de una personalidad.
Creencia número 4: No es necesario entender de todo para poder utilizar nuevas herramientas de todo.
Muchos de los que triunfan albergan otra creencia útil. Están convencidos de que no necesitan saberlo todo sobre algo antes de poder utilizarlo. Saben cómo utilizar lo esencial sin necesidad de abrumarse con todos los detalles.
Apuesto a que si yo le preguntara cómo funciona la electricidad, la respuesta oscilaría entre una mueca interrogante o una vaga idea. Lo que no nos impide apretar el interruptor y encender la luz; no creo que me lean a la luz de una vela.
Creencia número 5: Nuestros mayores recursos son los recursos humanos.
Los individuos excelentes (esto es, los que producen resultados sobresalientes) casi universalmente tienen un sentido de tremendo respeto y aprecio hacia las personas.
Poseen el espíritu de equipo, el espíritu de la unidad y de los objetivos comunes. Si algo nos ha enseñado la nueva generación de libros de economía y empresa, como El cambiante
mundo del directivo, En busca de la excelencia o El Ejecutivo al Minuto, es que no hay éxitos duraderos sin relaciones
entre las personas, que el camino para triunfar pasa por establecer un equipo que funcione y colabore bien.
Creencia número 6: El trabajo es un juego. ¿Sabe usted de alguien que haya logrado un éxito considerable haciendo algo que aborrezca?
Una de las claves para triunfar consiste en celebrar un matrimonio perfecto entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Pablo Picasso dijo una vez:
«Cuando trabajo, descanso; lo que me fatiga es no hacer nada o recibir visitas».
Dijo una vez Mark Twain:
«El secreto del éxito está en convertir la vocación en vacación».
¿Que si hay trabajos más propicios para ello que otros?
Desde luego. La clave está en moverse para conseguirlos, y ahí es donde empieza a funcionar una de esas espirales ascendentes.
Si usted es capaz de encontrar maneras creativas de hacer su trabajo, eso le ayudará a progresar hacia trabajos aún mejores. Pero si decide que el trabajo es una mera rutina y una manera de llevar a casa el cheque de la paga, muy posiblemente no llegará a ser nunca más que eso.
Tanto el mundo personal como el laboral se enriquecen cuando uno les aporta la misma vitalidad y la curiosidad que pone en sus juegos.
Creencia número 7: No hay éxito duradero sin una entrega
personal. Los individuos que han triunfado creen en el poder de la dedicación. Si hay alguna creencia que resulte casi inseparable del éxito, ésa es la de que no se produce ningún éxito duradero sin un gran compromiso. Cuando uno contempla a los grandes triunfadores de cualquier especialidad, descubre que no son necesariamente los mejores ni los más brillantes, ni los más fuertes, ni los más rápidos, pero sí los más perseverantes.
¿Hay más creencias que ayuden al florecimiento de la excelencia?
Desde luego, y si usted las tiene presentes, mucho mejor. Esas siete creencias han obrado milagros para muchas personas, considerando además que " para triunfar realmente, jamás perjudicar a ninguna otra persona."
Usted podría decir, llegado a este punto:
¿Qué pasa cuando uno tiene creencias que no le sirven de ayuda? ¿Qué, si son negativas y no positivas? ¿Acaso puede uno cambiar de creencias?
Usted ya ha dado el primer paso: tomar conciencia. Sabe lo que quiere.
El segundo paso es el de la acción: aprender a construir las representaciones y convicciones internas que le lleven a la excelencia;
Aprender a dirigir la energía de sus pensamientos, emociones y lenguaje coherente mente hacia sus metas positivas, liberándose de las creencias limitantes y construyendo aquellas que le potencien a resultados positivos y en el bien común. El ganar- ganar.
Hasta aquí hemos empezado a reunir muchas piezas que, componen la excelencia.
Extraído de Poder sin Límites
Anthony Robbins
.




No hay comentarios:
Publicar un comentario