Todos actuamos
según las pautas de nuestros pensamientos. Estos
pensamientos se convierten en nuestra experiencia
diaria; en consecuencia, si usted gasta una gran
cantidad de energía vital concentrándola en la escasez,
en eso convertirá su vida.
Todo lo que en
realidad hacemos es ayudarle a concentrarse en aquello
en que desea convertir su vida. Para experimentar
cualquier cosa que se aleje de la abundancia usted debe
resistirse con todas sus fuerzas a ella y concentrarse
en la escasez. Cuando usted vive y respira prosperidad
bajo la creencia de que todo existe en grandes
cantidades y cree tener el derecho de llegar a poseer
todo lo que desee, entonces empieza a comportarse con
respecto a usted y a los demás según este principio.
Este convencimiento se aplica a la adquisición de
riqueza, la felicidad personal, la salud, los logros
intelectuales y todo lo demás. Tiene relación con una
vieja promesa bíblica: “A aquel que ya posee, más se le
concederá”. Y realmente así es como funciona.
Nuestra
capacidad para disfrutar de la vida procede de nuestra
manera de procesarla, y no de la influencia de factores
externos. Nada exterior tiene capacidad de crear
felicidad o plenitud en nosotros. Lo que determina la
calidad de nuestra vida es nuestra decisión de sentirnos
satisfechos o no, basada en nuestra forma de pensar, de
vernos y de situarnos en el universo. Por consiguiente,
si usted necesita mucho más para sentirse completo,
entonces, aunque reciba mucho más, siempre se sentirá
insatisfecho.
Este universo es
una gran empresa que resulta difícil de comprender desde
la perspectiva de nuestros limitados cuerpos. La
abundancia reina en todos los rincones del mismo. Los
únicos límites que afrontamos los “inventamos” creyendo
en
ellos.
Wayne W. Dyer

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