¿Qué podemos decir de las estrategias
limitadoras, como la de comer en exceso?
Un amigo me contó “En otros tiempos
yo pesaba ciento diez kilos. ¿Cómo me hinché hasta alcanzar
semejante gordura? Muy fácil. Desarrollé una estrategia de
«engullir», es decir de comer demasiado. Y ella me dominaba a mí.
Descubrí cuál era cuando me puse a pensar en las ocasiones en que,
sin tener hambre, instantes después experimentaba un apetito feroz.
Mientras me retrotraía a esas ocasiones, me pregunté la causa de
tales ganas de comer. ¿Era algo que veía, algo que oía o algo que
sentía? Me di cuenta de que era algo que veía.
Conduciendo por la calle, por ejemplo,
divisaba los anuncios de una determinada cadena de restaurantes
rápidos. Tan pronto como los veía formaba una imagen en mi mente,
figurándome que allí tendrían mi plato favorito, y luego me decía
a mí mismo:
«OH, ¡qué hambre tengo!». Con esto se me despertaba
una sensación de hambre, a la que yo reaccionaba deteniéndome a
pedir ese plato. Y esto aunque no tuviese nada de hambre en el
momento de ver los avisos que disparaban en mí esa estrategia. Y
aquellos anuncios estaban por todas partes. Además, bastaba que
alguien me preguntase: «¿Vamos a comer algo?», para que yo
empezara a imaginar (a formar imágenes mentales) determinadas
comidas. Entonces me decía a mí mismo: «OH, ¡qué hambre tengo!»,
con lo que se creaba la sensación de hambre, y respondía:
«Sí,
vamonos a comer». También estaban aquellos anuncios de la
televisión, que mostraban un plato exquisito tras otro, y era como
si me preguntasen: «¿No tienes hambre?... ¿No tienes hambre?». Y
mi cerebro reaccionaba formando imágenes, y yo me decía:
«Oh, ¡qué
hambre tengo!», lo cual creaba la sensación que me llevaba derecho
al restaurante más cercano. Al fin, logré cambiar mi conducta por
el procedimiento de cambiar mi estrategia.
Lo conseguí haciendo que, al ver la comida, o los avisos de comida, me viera yo mismo delante del espejo, en el
acto de contemplar mi cuerpo feo y gordo, y diciéndome: «Estoy
asqueroso. Puedo prescindir de esa comida». Luego me imaginaba
haciendo ejercicio y veía mi cuerpo cada vez más fuerte, y me
decía: «¡Buen trabajo! Empiezas a tener buen aspecto», con lo que
me creaba el deseo de hacer ejercicio.
Asocié todas estos elementos mediante la repetición (ver el anuncio o cartel, ver inmediatamente
mi propia y gorda y fea imagen, escuchar mi diálogo interior y así
sucesivamente), según el ejercicio del chasquido, hasta que bastó ver
los anuncios o escuchar la invitación de salir a comer algo para
disparar automáticamente mi nueva estrategia.
El resultado producido
por esa nueva estrategia es mi peso normal actual y los hábitos
alimenticios que logré hasta hoy".
Usted también puede descubrir las
estrategias mediante las cuales su mente inconsciente crea resultados
tal vez indeseables y puede cambiar esas estrategias ¡ahora mismo!


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