sábado, 25 de marzo de 2017

ESTADOS INTERNOS Y LIBERTAD EMOCIONAL

ESTADOS INTERNOS  Y LIBERTAD EMOCIONAL

'
 Cuando las personas están física y emocionalmente decaídas, decimos, a menudo, que «están con la depre». De la misma forma, reconocemos que para poder enfrentarnos a un reto, debemos «tener la mente al cien por cien». 

Todo depende, pues, del estado de nuestra mente; pero ¿qué es el estado de la mente? De forma sencilla diremos que son todos los pensamientos, emociones y fisiología que expresamos en un momento determinado; las imágenes mentales, sonidos, sentimientos y todos los gestos, posturas y ritmo respiratorio. 

El cuerpo y la mente están totalmente intercomunicados, por lo que los pensamientos influyen inmediatamente en la fisiología, y viceversa. El estado de nuestra mente cambia continuamente, y es ésta una de las pocas cosas de las que podemos estar seguros. Cuando cambia de estado, todo el mundo cambia también. (O así lo parece.) Normalmente, somos más conscientes de nuestro estado emocional que de la fisiología, posturas, gestos y ritmo respiratorio. De hecho, se considera que las emociones se escapan, a menudo, del control consciente; son la pequeña parte visible del iceberg. 

No podemos ver toda la fisiología y el proceso mental que se esconde bajo las emociones y las apoya. Intentar influir en las emociones sin cambiar el estado es tan fútil como intentar hacer desaparecer un iceberg quitándole la punta: saldrá más a la superficie, a menos que invierta una cantidad desorbitada de energía para mantenerlo sumergido, y esto es lo que muchas veces hacemos con ayuda de las drogas o con nuestra fuerza de voluntad. 

Para nosotros, la mente guía y el cuerpo sigue obediente, por lo que emociones habituales pueden estar impresas en el rostro y gestos de una persona, porque la persona no se da cuenta de cómo las emociones modelan su fisiología.


Intente realizar la prueba siguiente. 
Tómese un momento para pensar en una experiencia agradable, un momento en el que se sintiera especialmente bien. Cuando haya pensado en una, piense que está de nuevo experimentándola. Pase un minuto o dos reexperimentándola de la forma más completa posible. Mientras está disfrutando de ese momento agradable, mire a su alrededor, observe lo que ve y lo que oye mientras está rememorando esa experiencia. Observe lo que siente. 

Cuando esté listo, vuelva al presente. 


Observe el impacto que esto tiene en su estado presente, en especial en su respiración y postura. Las experiencias pasadas no han desaparecido para siempre, pueden ayudarle a sentirse bien en el presente. Aunque las imágenes y sonidos del pasado hayan desaparecido, cuando las recreamos mentalmente, el sentimiento real es todavía tan real y tangible como entonces. 

Así que sin tener en cuenta lo que sintiera antes de leer este párrafo, se ha puesto usted en un estado con más recursos.

Dra. Sheril Irene Rivera